domingo, 3 de septiembre de 2017

Ecuador en el siglo XX

3.3 Ecuador en el siglo XX : El velasquismo

                                                                        Neurona
                                                                             

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La Carretera Panamericana es una especie de símbolo del siglo XX ecuatoriano. (De la misma manera que el Ferrocarril Guayaquil-Quito fue igualmente el símbolo de nuestro siglo XIX. Este ferrocarril -- es cierto -- fue terminado en 1908. Pero, desde luego, como proyecto, fue muy típico del siglo anterior.) Ahora bien, el ferrocarril -- el más difícil del mundo, según se dijo por entonces -- fue un notorio éxito del país. (Logrado en unas circunstancias relativas incomparablemente más desfavorables que las de tiempos recientes…) En cambio, la Panamericana es, también notoriamente, un semifracaso… ¿Y por qué? Bueno, ¿sabe usted, para empezar, cuál es el recorrido de la famosa ruta?  Nosotros ya hemos hablado en otra ocasión de este confuso punto. Y, ahora, sólo vamos a añadir que el trazado mejor -- más corto, más derecho, talvez menos complicado por el relieve y  más adecuado por las condiciones demográficas y  económicas -- quizá sea el Rumichaca-Huaquillas, vía Quito, Riobamba y  La Troncal. Y, además, que ni siquiera los adinerados regímenes petroleros han podido hacer la corta autopista que a nosotros nos corresponde en la segunda carretera mundial por su longitud.
Y -- para ir directamente a lo medular del tema de hoy -- tomemos, en primer término, los hilos políticos de nuestro tejido histórico sigloventino. He aquí la constatación inicial y  básica: Nuestra clase dirigente nos falló. (El grupo dirigente ecuatoriano del siglo XIX  fue, en su conjunto, muy respetable: Bolívar / Independencia, Gran Colombia / Flores, Rocafuerte, Urbina, García Moreno, Alfaro. Todos ellos fueron, en grande o regular medida, estadistas.) ¿Y qué pasó en nuestra política del siglo XX?  Pues, que campeó, en ella, la más neta mediocridad. Un solo presidente llegó a tener la altura de un verdadero estadista: Galo Plaza Lasso. Otro, se acercó un poco a esa dimensión: Camilo Ponce Enríquez. Y nada más… Para peor: Velasco Ibarra -- la mayor figura histórica del siglo -- fue en lo esencial errático y  muy negativo. Por sus dotes personales, un gran caudillo; pero casi insignificante en las tareas colectivas de la construcción nacional… Y Velasco, en últimas cuentas, nos dejó una herencia desastrosa: el muy duradero Populismo; las condiciones políticas que hasta el momento nos dominan, nos desorientan, nos entontecen y  nos esterilizan…
Adelante. En este páramo político, nada más que cuatro presidentes pudieron despertar ciertas débiles esperanzas de renovación: Ayora, Roldós, Hurtado y  Borja. Ayora algo hizo efectivamente. Los otros tres, en cambio, nos defraudaron casi por completo. Los izquierdistas han mitificado en cierta medida a Roldós. Pero este guayaquileño no fue en verdad una gran figura. (Fue candidatizado artificiosamente; nunca tuvo una organización propia, ni una estrategia, ni un plan; y  hasta se desgastó en poco tiempo. Acordarse de la rechifla del Estadio Atahualpa, unas horas antes de que su avión se estrellara en Loja.) En definitiva, Roldós fue un populista más… Hurtado, un intelectual, -- que sucedió al anterior y  que dio una primera impresión de político serio -- es recordado hoy  por la deplorable sucretización, por sus curiosos resbalones expresivos, por su consejo de prescindir de las arvejas y  por alguna otra anécdota llamativa. (Cerca del final de su mandato, la opinión popular había evaluado implícitamente su desempeño: Se lo llamó El Chambón de Chambo.) Y Borja, un caso aparte… Nuestro mayor desengaño político del siglo XX… (Ya nos hemos referido a él con cierto detalle.) De los demás, -- muy regulares y  corrientes -- mejor no hablar. Y, en este momento, la memoria inmisericorde nos trae los recuerdos que nos estaban faltando: el calamitoso de Arroyo del Río, el payasesco de Bucaram y  el intrascendente de una docena adicional de pequeñas estaturas.
Y vamos ahora con los hilos del Socialismo. Esta ideología -- aunque no lo parezca en una mirada inicial -- es la segunda clave de nuestro desenvolvimiento histórico sigloventino. (La primera, obviamente, es el Populismo.) De hecho, el Socialismo manejó la educación; la cual, como se sabe, es el factor esencial del moderno desarrollo de los países. Ha dicho Alfonso Reece Dávila (EL UNIVERSO) que el Ecuador empezó a joderse un día preciso: el 5 de Junio de 1960. (Cuando los votantes prefirieron reelegir a Velasco y  no a Galo Plaza.) Nosotros disentiremos con este buen periodista capitalino. En realidad, el Ecuador empezó a joderse con el temprano y  lamentable agotamiento del Liberalismo. (Hacia 1920. Hecho revelador: En 1925, la izquierdista Revolución Juliana le arrebata a Leonidas Plaza el poder que aún mantenía sobre el ejército. Y, unos años antes, ya había habido un preanuncio de tintes anarquistas: La huelga guayaquileña de Noviembre de 1922.) ¿Qué había pasado?  Pues, que el Liberalismo había envejecido irremediablemente.

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Se señaló también que históricamente se estableció el mestizaje, a partir de la diferente situación original de las dos repúblicas, la de blancos e indios (siglo XVI) y de la formación de su mestizaje (siglos XVII y XVIII), y la aparición de la república o nacionalidad de los criollos que logra su Estado a inicios del siglo XIX. Durante el siglo XX se da el predominio de los mestizos.
En el inicio del mismo los mestizos letrados consideraban que el hombre culto era el que practicaba la cultura europea. Pero a finales de dicho siglo e inicios del siglo XXI florece el reconocimiento de la pertenencia cultual mestiza en los censos, llegando en 2010 a un porcentaje superior al 75%, dejando el resto repartido en partes similares entre blancos, indígenas, afrodescendientes y un minúsculo grupo proveniente de otras culturas.

Bibliografías
http://ecuadoruniversitario.com/opinion/identidad-ecuatoriana-mestizos-del-siglo-xx/
http://www.revistavance.com/articulos-agosto-2011/el-siglo-xx-ecuatoriano-un-siglo-medio-perdido.html


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